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He hablado anteriormente cómo el proceso de simplificación se puede aplicar a diferentes ámbitos, pero, en general, existen dos: el material y el mental.
Por supuesto que el ámbito mental es mucho más complejo que el material, pero ¿por qué es así?
La respuesta es muy sencilla: la saturación en el terreno físico es muy fácil de identificar y es común que nos acostumbremos a ella. Sin embargo, en el ámbito mental, la saturación no se puede apreciar a simple vista y solo con un trabajo de enfoque y concentración podemos llevar a cabo “una simplificación” de nuestras mentes.
En el mundo material el principal problema al que nos enfrentamos es que, si bien si somos capaces de identificar lo que nos estorba, el verdadero reto es decidirnos a “dejar ir” aquello que no nos aporta valor. Basta con trabajar en la desvinculación de la relación que establecemos con ese objeto.
En el mundo mental, el trabajo es más complejo, ya que el mismo mundo de las ideas es difícil de simplificar. ¿Alguna vez te has percatado de que eres consciente de una idea en tu mente y te aferras a ella a pesar de que produce un efecto negativo en ti?
Si respondiste que no, te invitaría a que lo reflexionaras bien, pues es muy común que las personas lo hagamos. Un ejemplo de esto es cuando pensamos de forma negativa sobre algo. Pueden ser muchas cosas: un proyecto, una relación amorosa, una idea sobre los demás o, más complejo aún, una idea o concepción sobre las demás personas.
Pero el problema no termina ahí. Aquí lo importante es ¿Cómo trabajarla? ¿cómo eliminamos esa idea? o ¿cómo podemos dejarla ir?
Sé que te parecerá complejo, pero para trabajar esto yo encontré en la meditación un puente hacia la simplificación. Pero un minuto, no digo que sea la solución, simplemente digo que es una forma de «despejar» la mente para poder pensar las cosas con mayor serenidad.
Nuevamente, el trabajo, debe ser en el mundo material. Si la idea que te atormenta tiene que ver con la concepción que tienes sobre otra persona, después de despejar tu mente, debes ponerlo en práctica y dejar de juzgar, pensar mal o de sentir determinado tipo de emociones por esa persona.
Si la idea tiene que ver contigo, es más complejo, pero también puedes despejar tu mente para enfocarte más. Por ejemplo, hay ocasiones en las que tenemos una «creencia limitante» sobre nosotros mismos: que no somos capaces de hacer algo, que no tenemos la habilidad o que no cumpliremos las expectativas de alguien.
Creo, desde mi punto de vista, que esto es lo más complejo, pero, si lo aceptas, es mucho más sencillo de cambiarlo. No te estoy hablando de un trabajo psicológico o de terapia es, simplemente, un trabajo de aprender a identificar aquellos aspectos que te producen sentimientos negativos.
El primer paso sería aceptarlos, después rastrear el origen del sentimiento y, finalmente, ejecutar acciones concretas para desprendernos de esa emoción o, por lo menos, ayudar a que deje de atormentarnos.
Un ejemplo de esto: a veces pensamos que para las demás personas somos muy importantes, que nuestra vida les importa mucho, que somos el centro del universo. Y no quiere decir que «no les importemos», se trata simplemente de que, al igual que nosotros, ellos también tienen muchas otras actividades, trabajo y responsabilidades.
En este caso tenemos que aprender a aceptar, que el que no estemos todo el tiempo en la mente de esa persona, no quiere decir que no le importamos, se trata, simplemente, «que no somos el centro del mundo».
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Ramsés Organiz
La Filosofía Minimalista
@lafilosofiaminimalista
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