
Hoy avancé en otro paso en lo que se refiere a dejar ir cosas.
Desde hace tiempo estaba tentado a depurar mi colección de discos de música. Al día de hoy, creo que lo logré.
En un principio pensé que no sería tan complicado, pues la mayoría de la música ahora se aloja y se consume en servicios de streaming como Apple Music o Spotify. Sin embargo, muchos de mis títulos favoritos del Jazz no están aún disponibles en las diferentes plataformas; algunos de los demás, sí.
Por esta razón me cuestioné el dejarlos ir, porque en realidad solo «estaban ahí», pero no tenían ninguna utilidad más que de adorno y se empolvaban constantemente.
No me malinterpreten, dejar ir, no significa que no respetes las cosas. No quiere decir que ya no las quieras o que tengas que desprenderte del aprecio que sientes por ellas. Más bien, se trata de agradecer por los buenos momentos que te dieron y por la felicidad que te brindaron. Pero si ahora ya no las utilizas y solo los tienes amontonados ¿Qué razón de ser tienen?
En este caso, después de revisar los más de 200 álbumes de música de diversos géneros y épocas, —Sé que no son muchos, pues hay personas que poseen una colección mucho más sustanciosa—, pensé seriamente que no necesitaba quedarme con todos, pues no los escuchaba (físicamente hablando) y la mayoría ya los había digitalizado en mi computadora. En la actualidad es mucho más cómodo y práctico cargar con toda tu biblioteca musical en tus dispositivos. Como en mi caso, en mi celular.
Por otro lado, ¿tirarlos? «pensé» si fue una gran inversión, ya que al ser todos originales, muchos tuve que dejar de comprar otras cosas para poder adquirirlos.
Sin embargo, también reflexioné en que tal vez alguien podría sacarles mayor provecho, así que decidí dejarlos ir. Algunos los regalé a personas que sé que los utilizarán y que viven un poco a la antigua. Un amigo aún utiliza su reproductor de discos para escuchar música porque está convencido de que es mucho mayor la calidad. Yo creo que no hay mucha diferencia. Si fueran vinilos, tal vez. Otros, los vendí por internet y no me fue nada mal.
En la actualidad, sigo teniendo todos los álbumes que me gustan en mi biblioteca digital, listos para ser escuchados en cualquier momento. Por otro lado, solo conservo veinte álbumes físicos de diversos géneros y son los discos más fascinantes que los genios musicales han podido crear, —según yo, hasta ahora.
En fin, reduje mi cantidad de títulos a los que más me gustan, es decir: a lo esencial ¿una tontería? Tal vez. Pero ahora percibo un espacio mucho más ligero sin esas cajas de discos apilados y, de cierta forma, faltandoles el respeto por dejarlos en el olvido, cuando alguien podría sacarles mayor provecho. O, por lo menos, más que yo.
Por ejemplo, el de la imagen…


Álbum: A love Supreme
Artista: John Coltrane
Género: Jazz
Sello: Impulse
Año: 1965 (Remasterización 2008)
¿Alguna vez has visto cosas amontonadas en tu casa que no necesitas y que las conservas solo “por si a caso”?
Hasta la próxima.